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Recuerdos

De revisiones (I)

Falta aquello que daría esa ansiada perfección y que sin su presencia todo carece de sentido. (3/01/2004).

Seguramente producido por ese alcohol, me importa más el no estar disfrutando. (05/01/04).

¿Qué es lo que no daré? Probablemente interés. (18/01/04).

Tengo deseos de hacer y rehacer, de crear y destruir, de modificar y dejar igual; pero interés. (18/01/04).

Eso me preocupa, la realidad me preocupa, siempre me ha preocupado. Los deseos están bien como deseos, en el momento en que hace su aparición estelar la realidad, ya dejan de serlo. La realidad. Tan real como la imaginación, y tan cruel o más que ésta. (18/01/04).

Con el aprendizaje lo único que estoy haciendo es darle alas al sistema, aceptar como únicas verdades las que me enseñan. Si ejerzo alguna vez de lo que estudio, daré continuidad al mismo, porque no sabré hacerlo de otra manera. Y me llamo rebelde... cuando es precisamente esta rebeldía la que alimenta el "otro lado"; soy rebelde porque el sistema me necesita y porque quiere que lo sea... me jode saber que no ha sido una decisión personal. No soy el elegido, ni tan sólo una "anomalía del sistema", sino que soy parte de ese mismo sistema del que tanto dudo y cuestiono. (24/01/04).

Rabia, ira, solidaridad, condolencias, ánimos, ayudar, salvajes, trenes, Atocha, muertos, masacre, PP, Al-Qaeda, mierda, mierda y más mierda. Con todos esos coneptos en la cabeza y muchos más... ¿cómo podía uno dormirse tranquilo? (12/03/04).

Probablemente lo que me da más miedo de esta vida soy yo mismo. Mis prohibiciones tajantes a caer, mis deseos incumplidos, mis deseos cumplidos... todo va sumándose a una larga lista de características que pueden -o no- definirme/delimitarme. Parece que todo esté atado, pero es precisamente ese nudo el que puede fallar... A veces me pregunto si lo até bien. (...) Ays! Las palabras! Jodidas palabras... Las esencializamos, y olvidamos que detrás de ellas se esconden miedos, deseos, odios, vidas en definitiva... Y las vidas siempre están por encima de las palabras, aunque necesitemos de ellas para ser conscientes precisamente de que estamos vivos. (17/03/04).

Teorizamos nuestras vidas demasiado. Nos creamos unas normas individuales, de comportamiento, de deseo, de disfrute, de placer y de dolor... hasta que algún hecho, alguna otra idea, destorba la tranquilidad de creer que todo lo tenemos atado, bien atado. (...) Afortunadamente, las sorpresas siempre son buenas. A través de ellas somos conscientes de que no lo tenemos todo bien atado, que hay resquicios de deseo que salen de las normas autoimpuestas y, entonces, o cambiamos de teorías o no lo acabamos de entender... Claro que la otra posibilidad -y habrá muchas más, por supuesto- es la de olvidarse de normas, teorías y "ataduras" y vivir sólo del deseo. (26/03/04).

Desaparezco para no hacer daño a nadie; y esta desaparición es precisamente la que hace daño. (29/03/04). 

De adjetivos

Entre vuelta y vuelta entre sábanas estaba pensando en mi vida o, mejor aún, en qué han representado para mí las personas que han estado junto a mí, qué es lo que me han dado para que aún las tenga muy presentes en mi cabeza. Como el sueño ya lo dejaba por imposible, al menos por esta noche, intentaba hacer un ejercicio de síntesis. El jueguecito consistía en aplicar un adjetivo o dos como mucho a toda esa gente que ha sido muy importante en mi vida. Creo que estos son los resultados (como aún no tengo permiso para poner sus nombres, sólo pondré la inicial):

L: Justicia

V: Vitalidad, Sorpresa

TX: Paternalismo

K: Imcomprensión

C: Rareza

N: Celos

D: Odio 

M: Re-Descubrimiento 

R: Esperanza

E: Felicidad

I: Comprensión, ayuda

E: Pasión, deseo

M: Inocencia 

M: Ilusión

Manifiesto "Con orgullo, con modestia y con gratitud"

Manifiesto "Con orgullo, con modestia y con gratitud"

Memoria del futuro. 1931-2006  

El 14 de abril de 1931, España tuvo una oportunidad. La proclamación de la II República Española encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo, y reunió en un solo esfuerzo a todos los españoles que aspiraban a un porvenir de democracia y de modernidad, de libertad y de justicia, de educación y de progreso, de igualdad y de derechos universales para todos sus conciudadanos. Hoy, setenta y cinco años después, los firmantes de este manifiesto evocamos aquel espíritu con orgullo, con modestia y con gratitud, y reivindicamos como propios los valores del republicanismo español, que siguen vigentes como símbolos de un país mejor, más libre y más justo.

Frente al colosal impulso modernizador y democratizador que acometieron las instituciones republicanas -siempre con la desleal oposición de quienes creían, y siguen creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad-, todavía se nos sigue intentando convencer de que la II República fue un bello propósito condenado al fracaso desde antes de nacer por sus propios errores y carencias. Los firmantes de este manifiesto rechazamos radicalmente esta interpretación, que sólo pretende absolver al general Franco de la responsabilidad del golpe de estado que interrumpió la legalidad constitucional y democrática de una república sostenida por la voluntad mayoritaria del pueblo español, con las trágicas consecuencias que todos conocemos. Y exigimos que las instituciones de la actual democracia española rompan de manera definitiva los lazos que la siguen uniendo -desde los callejeros de los municipios hasta los contenidos de los libros de texto- con un estado ilegítimo, que surgió de una agresión feroz contra sus propios ciudadanos y se sostuvo en el poder durante treinta y siete años mediante el abuso sistemático e indiscriminado de los siniestros recursos que caracterizan la pervivencia de los regímenes totalitarios. Después de treinta años de democracia, resulta vergonzoso tener que recordar aún donde estaba la ley y donde estuvo el delito. A estas alturas, es intolerable, y muy peligroso para la salud moral y política de nuestro país, que todavía se pretenda equiparar al gobierno legítimo de una nación democrática con la facción militar que se sublevó contra el estado al que, por su honor, había jurado defender, y cuya victoria sólo fue posible gracias a la ayuda de los regímenes fascista y nazi que preparaban una invasión de Europa que acabaría provocando una guerra mundial y, aún más decisivamente, gracias a la culpable indiferencia de las democracias occidentales, que, antes de convertirse en víctimas de las mismas potencias en cuyas manos habían abandonado a España, eligieron parapetarse tras el hipócrita simulacro de neutralidad que representó el comité de No Intervención de Londres.

El 14 de abril de 1931, España tuvo una oportunidad, y los españoles la aprovecharon. Pese a la brevedad de su vida, la II República desarrolló en múltiples campos de la vida pública una labor ingente, que asombró al mundo y situó a nuestro país en la vanguardia social y cultural. Entre sus logros, bastaría citar la reforma agraria, el sufragio femenino, los avances en materia legislativa de toda índole, la separación efectiva de poderes, las constantes y modernísimas iniciativas destinadas a difundir la cultura hasta en las comarcas más remotas, el decidido impulso de la investigación científica o el florecimiento ejemplar no sólo de la educación, sino también de la asistencia sanitaria pública, para demostrar que aquel bello propósito generó bellísimas realidades, que habrían sido capaces de cambiar la vida de un pueblo condenado a la pobreza, la sumisión y la ignorancia por los mismos poderes -los grandes propietarios, la facción más reaccionaria del Ejército y la jerarquía de la Iglesia Católica- que se apresuraron a mutilarlo de toda esperanza.

La República dotó a los sectores más débiles y desprotegidos de la sociedad de entonces, las mujeres y los niños, de un estatuto jurídico privilegiado en su época. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen supuso para ellas, para ellos, la pérdida de todo derecho y su consagración como subciudadanos dependientes de la buena voluntad de los cabezas de sus respectivas familias. La República apostó por la defensa de los espacios públicos como escenario fundamental de la vida española, asumiendo la necesidad de equiparar las condiciones de vida de las poblaciones rurales y urbanas, y desarrollando políticas de igualdad no sólo entre los individuos, sino también entre las regiones más y menos prósperas. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen consolidó las desigualdades históricas tanto individuales como colectivas, y abandonó la promoción de los servicios públicos para crear un déficit que en algunos sectores, como la educación primaria y secundaria, seguimos padeciendo todavía. La República fomentó el auge de la cultura española en todos los terrenos de la creación artística y de la investigación científica, el debate intelectual y la vida universitaria, hasta el punto de que su nombre y su destino estarán unidos para siempre a la memoria del máximo esplendor cultural del que ha gozado nuestro país en la era moderna. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen supuso la pérdida más trágica que, a su vez, ha soportado nunca la cultura española, el exilio masivo de los mejores, que dejaron las aulas y los laboratorios, los talleres y las redacciones, las editoriales y los museos, la autoridad y el prestigio intelectual de nuestro país, en manos de una improvisada cosecha de oportunistas y segundones, que redujeron la vida cultural española a una lamentable manifestación de mediocres oscuridades.

Hoy, setenta y cinco años después, los firmantes de este manifiesto no queremos seguir lamentando la triste brutalidad de aquel retroceso, sino celebrar la emocionante calidad de los logros que le precedieron, y agradecer la ambición, el coraje, el talento y la entrega de una generación de españoles que creyó en nosotros al creer en el futuro de su país. Reivindicar su memoria es creer en nuestro propio futuro, que será proporcionalmente mejor, más libre, más justo, más feliz, en la medida en que seamos capaces de estar a la altura de la tradición republicana que hemos heredado. Por una España verdaderamente moderna, laica, culta, igualitaria, por su definitiva normalización democrática, y por el progreso armónico del bienestar de todos sus ciudadanos, hoy, setenta y cinco años después, queremos celebrar el 14 de abril de 1931, y proponer que esta fecha se celebre en lo sucesivo como un reconocimiento oficial a todos los ciudadanos españoles que lucharon activamente por la libertad, la justicia y la igualdad, valores comunes que tienen que seguir orientando la construcción democrática de la sociedad española.

Abril 2006

Memoria del futuro. 1931-2006

Cómo pasa el tiempo...

Pues seguramente me estaba aburriendo y he comenzado a leer todo lo escrito en estas páginas y en su predecesora... Llevo escribiendo desde el 13 de diciembre de 2003. Mira que he escrito cosas...

Y observo que mi estilo ha cambiado muchísimo. Ahora me meto en temas políticos y fue un tema que no quería nunca introducir en estas páginas. Dejé estos temas para otro weblog, que acabé olvidando por falta de tiempo. También ha habido autocensuras y deseos de cerrar estas páginas. Y ganas de no hacerme entender...

Y leo y me gustaría volver a escribir lo que escribía antiguamente y con el mismo estilo. Pero no soy el mismo. Incluso hubo una larga ausencia en la que estaba saliendo del capullo para transformarme en mariposa. Supongo que los colores han venido a mi vida y ya no trabajo en blanco y negro. Pero no deseo volver a mi etapa anterior para escribir como lo hacía antes. Prefiero estos tiempos no tan turbios, aunque ello signifique no escribir de la misma manera.

Recuerdos

Recuerdos Echo de menos muchas cosas pero, probablemente, una de las cosas que no echo de menos es echar de menos. Y es que me parece que aún no me he acostumbrado a mi nueva vida de personaquehasentadolacabeza. Y tengo la certeza de que nunca podré acostumbrarme a ella. Añado también que no creo que mi cabeza consiga un asiento apropiado a ella.

En mi vida le doy importancia a los olores, al dinero, a la libertad y a los recuerdos -entre otros. Y, aunque todo esto pueda ser algo etéreo (sobre todo el dinero), existe en sí mismos. Mis recuerdos hacen que los días contengan un aroma a reminiscencia, pero no porque el presente viaje al pasado, sino porque es el pasado el que viaja al presente. No hace 3 años que dejé de ver a X... lo vi ayer en mis recuerdos. Es una forma de no envejecer ;p Pero eso no significa rechazar la idea de que la gente cambia con el tiempo... así que nada de malinterpretaciones. El hecho de que a una persona le gustara Hombres G y al cabo de 3 años los deteste me da completamente igual -los ejemplos tontos, por sencillos, son los más eficaces.

Al final resultará que el único que envejece soy yo... hacedme presente en vuestros recuerdos!!!

De miedos y recuerdos

De miedos y recuerdos Hasta aproximadamente las nueve de la mañana la única variación de mi día fue el hecho de tener que ir a trabajar en autobús, puesto que los jefes habían marchado a Madrid a intentar vender máquinas y poder así -entre otras cosas- pagarme de una vez por todas.

En el autobús, un compañero de trabajo salta con la noticia: Atentado de ETA en un tren de Madrid; seis o siete muertos. Creo que las palabras que más salieron de mi boca en esos cinco minutos siguientes fueron: "hijos de puta". Aún así ya me pareció raro que ETA atentara en un tren a esas horas de la mañana: estudiantes, trabajadores e inmigrantes nunca han sido un objetivo militar de ETA. Así que se les había escapado de las manos. El resto del viaje lo realicé en silencio, deseando leer las noticias desde Internet cuando llegara al despacho.

Pero antes de eso nos pasamos por un bar a desayunar. En la televisión empezaban a llegar las primeras imágenes. Era una catástrofe. No recuerdo bien la cifra inicial de fallecidos -creo que estaba sobre los treintaytantos- pero sí recuerdo que en esa aproximada media hora cafetera no dejaban de aumentar y aumentar los muertos. Pasos silenciosos para llegar a la empresa. Lo primero que hice fue poner la radio y visitar las noticias de los principales periódicos de Internet. Estuve así todo el día, hasta que me marché.

Sobre las doce de la mañana la cifra de fallecidos superaba los sesenta. En ese momento fui consciente de que el atentado no era obra de ETA. Además, sobre esa hora, apareció el señor Otegui diciendo que debíamos mirar hacia otro lado para encontrar a los responsables. El terrorismo islamista había entrado ya en un país cansado de terrorismos.

Rabia por las mentiras del gobierno del PP. Si yo, que no sólo no soy político ni nunca lo seré, me di cuenta de que esa barbaridad no podía haberla cometido ETA -se sabía ya que habían explotado 3-4 trenes diferentes, a dos personas por tren y al menos dos más de apoyo me daban una cifra de diez terroristas como mínimo... diez terroristas vascos con controles e investigación y espionaje policiales nunca habrían llegado a Madrid; además de ausencia de llamada de aviso; matanza indiscriminada de trabajadores y estudiantes; palabras del Sr. Otegui, etc...- no entendí por qué el gobierno no sólo lo ocultaba sino que amenazaba a la gente que insinuaba que los malditos atentados podrían llevar la firma de otros grupos terroristas, fundamentalmente el islamista.

Las horas acompañaban al número de fallecidos y a las mentiras y barbaridades varias del gobierno y afines.

Regresé a mi ciudad y fui primero a tomarme un cortado al bar. No recuerdo si llegué a acabármelo. En TVE hacían un debate, con los más idiotas de los expertos, sobre los atentados sobre las 18:30 aproximadamente, y mi grito -fue el último de ese día- de "hijos de puta" marcó la huida y el recogimiento en casa. Un maldito desgraciado, cuyo nombre no quiero recordarlo nunca, del colectivo -afín al gobierno de entonces- "Basta Ya" aseguraba que el responsable de los atentados de Madrid era el tripartito catalán. Como votante catalán -pese a ser realmente ácrata- no admití que me llamaran asesino. Soy anarquista y votante dentro de esta democracia, pero NUNCA admitiré la manipulación política de un muerto. ¡Manipulad a los vivos si sabéis hacerlo, pero nunca manipuléis a un muerto! ¡Eso es de cobardes, de tontos y de hijos de puta!

Tarde/noche, pues, de televisión e Internet. Días después me enteré de una pérdida. Todos perdimos algo el 11 de marzo pero algun@s perdieron mucho más. Siempre digo -y me creo- que hay pocas cosas que me asusten. El no saber cómo actuar delante de cierta gente y en esa situación fue una de esas pocas cosas. Y lo sentí mucho más que ahora -el tiempo es un gran aliado- aunque no significa que no siga pesando -y pagando por ello- sobre mí. Mi solución final frente a lo que me asusta es siempre la huída. Galadriel sabe que aún llevo esa carga en la mochila; Galadriel también sabe que quizás es mejor huir en ocasiones. Perdimos muchas cosas ese día, yo también. Supongo que nunca desaparecerá ese peso, como tampoco lo sucedido en Madrid la mañana de un jueves cualquiera de marzo.

Fotografías

Fotografías Observo fotografías. En ellas observo el paso, inexorable, del tiempo. Disfruto de tenerlas. Aunque no recuerde en qué momento las hice, me muestran que hubo un día en que apreté el disparador. Y el instante en el que mis pupilas veían ese tiempo y ese lugar quedó grabado en un trozo de papel.
Los recuerdos, en ocasiones, aparecen confusos y llenos de contradicciones; en las fotografías no hay lugar para el error. La fotografía muestra, llena de detalles, esas situaciones y momentos siempre felices, aunque sólo sean por el recuerdo en sí mismo. Los rostros queridos nunca se olvidan en las fotografías; tampoco envejecen nunca.
No entenderé nunca a la gente que le avergüenza hacerse fotos; menos aún a la gente que se rie malintencionadamente de fotos ajenas. Una foto no es sólo una foto: es una vida o varias vidas entremezcladas.

Agradecimientos

Agradecimientos Menú para 2 personas 14,00 €
Rollo de primavera 2
Ensalada China
Arroz frito tres delicias
Ternera con salsa de ostras
Pollo con almendras
REGALO: DOS BOTES DE REFRESCOS

Menú para 4 personas 28,00 €
Rollo de primavera 4
Ensalada china 2
Pan de gambas frito
Arroz frito tres delicias 2
Ternera con salsa de ostras
Pollo con almendras
Cerdo con salsa agridulce
Alas de pollo fritas
REGALO: UN VINO DE LA CASA

Una vez...

Una vez... No pondría ni un dedo en el fuego y tampoco merecería la pena, pero me pareció ver a Esther hace unos meses en un autobús. No sé si a ella le parecería ver a Xavi, pero ese no es asunto mío. Me quedé callado, la observé. Como tenía que hacer demasiadas maniobras para fijarme más, confié en mi intuición y me quedé sentado en donde estaba. El asunto no es si realmente era ella o no; el asunto es que me pareció verla. Y como es un "me pareció", hago como si realmente hubiera sido ella.

Los años la han hecho cambiar. Ya no tenía esa media melena, ni vestía esas ropas despreocupadas y cómodas. Ahora peinaba a lo "pija" y llevaba ropajes del mismo estilo. Sus ojos, sus labios y su nariz la delataron como Esther. Era uno de mis grandes deseos: volver a verla. Ya puedo tachar de la inmensa lista un elemento más.

De nuevo todo aquello que me prometí entonces a mí mismo salió a la luz. Me enamoré estúpidamente, locamente, absurdamente de ella... pero diversos motivos hicieron que la relación no pudiera seguir adelante. Esperaba a que por arte de magia la riera siguiera su cauce que yo entendía como "natural" o lógico. No era ni una cosa ni la otra. Entonces vinieron las promesas para que nunca volviera a sucederme lo mismo. Nunca lo conseguí. Quería asegurarme de que mis dudas no configurarían, activamente, nunca más mi realidad, de que el deseo fuera la única justificación de mis actos, de que la única situación "lógica" de quedarse en tierra fuera el no subir al barco...

Y sigo sin subirme a ese barco. No niego la posibilidad de hacerlo. Al menos algo ha cambiado desde entonces: No descarto esa posibilidad, aunque los miedos hacen que tema por si me equivoque de barco y suba a otro. Es como cuando voy al lavabo de un bar a mear: tengo que fijarme muy bien para saber que puerta es la correcta para mí, aunque mear, afortunadamente, meo; y en ocasiones da bastante igual qué puerta escojo. Quizás me equivoco con esto y creo -me creo- que el objetivo es elegir una buena puerta, en lugar de saber del cierto de que el objetivo no es otro que mear.

Con todo, el verla sirvió para darme cuenta de que sigo estando en donde estoy, aunque no sigo siendo el mismo de entonces. Y lo peor de todo es no saber que si lo que deseo es porque lo deseo o simplemente es porque hace unos años me hice una promesa y no debo incumplirme.

El principio

Mi hermano y yo nos peleábamos, nos solíamos pelear a menudo. Me figuro que es algo normal. En principio no había ni vencedores ni vencidos, hasta que descubrió algo en donde él sí podía vencer de forma aclaparadora: el coche. De todos los amigos, él fue el primero en tenerlo; y durante algunos años, el único.

A todos nos apasionaba la montaña y bastante a menudo nos escapábamos para engancharnos a las paredes y hacer de militares locos en Vietnam, armados con ramas. Y cada vez íbamos más lejos. Hasta que mi hermano actuó. Un día me vinieron Txema y más tarde Víctor, a decirme que si yo pretendía ir a la montaña nos quedábamos todos en tierra, puesto que mi hermano no cogía el coche. La frase de "no nos jodas" de Víctor aún las tengo grabadas en la memoria. Txema fue mucho más sutil.

Fue el primer fin de semana que me quedé en casa, solo; el dolor que me produjo fue realmente increible. No sería el último. No mucho después nos fuimos de fiesta a otra ciudad. Allí todo fue mucho mejor: mi hermano me dejó allí colgado porque decía que iba demasiado borracho. Regresé, cuando lo hice, hecho una furia. Fue la primera y la última vez que he soltado un puñetazo a alguien, aún me arrepiento. Esa mañana empecé a no volver a mi casa algunas noches y algunos días.

No mucho tiempo después me dejó Nuria y a las semanas, me echaron -injusta y cruelmente- de la Associació por no estar de acuerdo con eso de hacer las cosas como el presidente dice porque le sale de los huevos. La associació lo era todo para mí, absolutamente todo, y el colegio, donde pasaba gran parte del día, más aún. También me prohibieron la entrada. Tenían que silenciarme de alguna manera. Lo consiguieron. Afortunadamente, el tiempo me dio la razón. No sé si demasiado tarde, pero eso para mí ya fue motivo de "victoria".

Fueron momentos en los que necesitaba hablar, necesitaba abrazos. Los pedí, insistí en pedirlos, volví a re-insistir. No hubo respuesta. Todo estaba hecho. El alcohol, como única forma de estar contento, iba introduciéndose en mi vida, dejé la universidad por las resacas. Era la única forma -creía entonces- de no estar depresivo, de conocer gente y de hacer algo más que no fuera tumbado en el sofá, en la cama o delante del ordenador jugando hasta las 8 de la mañana -que también fue una importante vía de escape. Me sentía tan solo, tan asquerosamente solo... Y nadie movió un dedo, a nadie le interesó; era mejor así: los amigos podían seguir con sus escapadas a la montaña, los de la associació tuvieron miedo a que se les echara también -cosa que curiosamente acabó sucediendo y todos los que no eran amiguetes acabaron "expulsados". Y yo me moría por dentro, y por fuera. Gracias -irónica y tristemente- al alcohol conocía por las noches a cierta gente que, aunque al día siguiente me olvidara, ayudaban a mantenerme vivo. Mi madre tampoco supo ayudarme con esa respuesta "tú lo que tienes que hacer es estudiar y dejarte de tonterías".

Como soy orgulloso, quería superar mi depresión yo solo. Tenía pastillas y citas con psicólogos, pero nunca tomé ninguna y nunca asistí a ninguno. Me cerré en mí mismo y empecé a pensar, a racionar, a interesarme por la cultura, a analizar. La cultura me producía dolor, pero me daba también respuestas. Me transformé en un buscador de respuestas. Lo malo es que las encontré. Mis poemas de entonces son desgarradores y con un tema clave: la soledad. Y seguía cerrándome en mí. Seguía sin interesar a nadie. Mis otros amigos empezaron con insultos y demás; aún intento preguntarme el porqué. El tiempo también los puso donde tenían que estar.

Desde hace poco todo ha cambiado mucho. Estoy bastante bien. Cerrado, pero bastante bien. He cambiado mucho en dos años, para bien, aunque para muchos sigo siendo aquel chaval introvertido y solitario, y seguro -como muchos lectores interpretan- que por mi culpa. Así sea. Amén.

Las relaciones con mi hermano, como es lógico por el paso del tiempo, están bien. La associació se fue a la mierda. No bebo ni una tercera parte de lo que hacía. No he salido más de fiesta a otro pueblo en donde no tuviera una cama segura o en donde supiera seguro que no me abandonarían. He dejado de beber -y lo he conseguido durante meses- en 2 ocasiones. Sigo luchando siempre. Dejé definitivamente de volver a mi casa. No he vuelto a ir a la montaña. Sigo solo, sin interesar, salvo a los murciélagos virtuales -que por el otro lado me alegra mucho (ellos han sido quien me han dado las fuerzas para seguir luchando y "curarme". Aunque no aparezca ni sepan ni tan sólo que existo ahora, os tengo presentes siempre en todo lo que hago. Gracias, sin vosotros hubiera sido imposible).

Puede que otro día acabe explicando qué pasó después de los insultos de los otros amigos; fueron unos 6 años de depresión -crónica creía, jajajaja- y no se explican en unas líneas. Hasta ahora habré metido en estas palabras uno o dos años, como mucho. Pero me ha ido bien explicar todo esto.

Respuestas

Hubo un tiempo que vivía en el hastío. Completamente amargado, apático, sin ganas ni de disfrutar ni de vivir. Fueron años tristes, muy tristes y depresivos. La botella era una compañera de juergas. La única compañera leal que tuve durante años -y probablemente la única responsable también de que sólo la tuviera a ella. La resaca era otra compañera leal, y la boca seca, y un dolor de cabeza inaguantable, y la boca del estómago ardiendo. ¿Triste? La verdad es que no lo sé. Sólo sé que era lo habitual. Hay gente que sufre tos cuando se levanta; otros que sufren migraña... yo tenía resaca. Fuera bueno o fuera malo, esa era mi forma de vida; porque el alcohol acaba siempre conviertiéndose en forma de vida. Ahora no estoy muy orgulloso de aquellos años, pero en esos momentos estaba ahí. Y en esos momentos me daba la impresión que todo era eso, que la vida era simplemente apatía, sin posibilidad de elegir y cambiarla.

Resulta muy fácil criticar a quien es considerado como "incorrecto" dentro de la sociedad. Resulta extraordinariamente fácil criticar formas de vida, reprochar comportamientos. Muy fácil. Y resulta más fácil incluso decir "no hagas esto" o "no hagas aquello". Muy fácil. Ni tan sólo intentaré explicar qué fue con mi vida, ni los motivos que tuve para elegir la botella. Sólo sé que me cerré en mí. Aunque parezca a veces estúpido, me dolía menos estar cerrado conmigo mismo que estar con cierta gente. Y la resaca era el precio que pagaba para no sentirme peor. O al menos eso era lo que pensaba. Cosas positivas que encontré durante aquellos años, porque las hay, como la lucha por la cultura, "conocer" (entre comillas) al ser humano y la sociedad en general, el raciocinio, las increibles ganas de querer abrir mi corazón... a veces se olvidan cuando se hacen valoraciones generales, pero están ahí. No puedo ser yo sin tener en cuenta todo lo que me ha sucedido o he hecho que me sucediera.

Y durante un tiempo, la cosa cambió. Dejé la botella. Me di cuenta de muchas cosas. La depresión "quenoseve" era producida por el alcohol y, con su ausencia, empecé a "vivir". Mi vida y mis ánimos cambiaron de forma increible. Quería controlar de nuevo mi vida, no permitir que fuera la cerveza. Después de 6 años lo conseguí. Una persona muy especial me ayudó muchísimo. ¡Qué fácil resulta hacer ciertas cosas cuando hay apoyo! ¿verdad? He vuelto a caer unas cuantas veces, y he dejado el alcohol unas cuantas veces más. Ahora quiero recuperar esos 6 años que creo perdidos. Ahora no creo que caiga, aunque bebo -últimamente mucho. No es el grado de injesta en el estómago, sino el grado de injesta en la cabeza la que me preocupa. Y mi cabeza parece que está bastante bien. Claro que intento no pasarme. Pero no es motivo de orgullo beber. Pensar eso es una enorme estupidez. Pensar eso es interpretar, cosa que por el otro lado me satisface. No me trae al fresco todo; me importa demasiado todo. Me importa demasiado la gente en general, por eso a veces huyo de ella.

Lo que no supero es el haberme pasado con cierta gente. Me duele, me duele mucho, y unas disculpas no son suficientes para calmar mi espíritu (si tengo). Sólo puedo tirar hacía adelante. La última noche de brujas fue especial. Encontré a cierta gente que me dio su apoyo. Eso siempre es bueno. Me pidieron -incluso- un abrazo ¡a mí! Lo único que he necesitado es apoyo. A veces lo he tenido y a veces lo tengo. Espero también tenerlo.

Músicas

Músicas Tengo la batería en casa, en una habitación. Afortunadamente para los vecinos, no está montada. Descansa, plácida, hasta que tome una decisión para ella. Hoy pensaba en venderla definitivamente, y me han venido recuerdos a la cabeza. Recuerdo cuando empecé en el mundo de la música, recuerdo mi primer concierto. El bajista nos jodió de forma fantástica y 2 horas antes del concierto cogí por primera vez un bajo para tocarlo. Recuerdo el paso del pato en mi segundo concierto en un instituto. Recuerdo mis primeras 1000 pts. ganadas con la guitarra en una comunión. Recuerdo a Suc de taronja y mi paso a la batería, como mi fantástico solo con la guitarra en Chiquilla.

Y recuerdo que entonces soñábamos con llenar estadios olímpicos... bueno, realmente mis sueños estaban en llenar pabellones -era más modesto que el resto. Me lo pasaba muy bien en los escenarios; disfrutaba y soñaba. Las palabras de Juan Carles después del concierto de los 10 años de la campaña Mà Oberta: "Después de Álex, has sido el mejor". Y recuerdo también los últimos coletazos, los 2-3 últimos intentos de volver a poder soñar. Fracaso.

Ahora esos sueños se han quedado como sueños. Y disfruto así, pero la imposibilidad de poder volver a soñar es lo que jode realmente. Si la vendo después pueden venir las guitarras, pero no quiero cerrar las puertas a los sueños.

Recuerdos (3ª parte): Parvulitos 2

Recuerdos (3ª parte): Parvulitos 2 El segundo recuerdo memorable de estos primeros tiempos escolares fue una enorme injusticia, y una enorme incapacidad por mi parte a opinar o a osar a decir que no estaba de acuerdo con algo.

Para entrar en clase, teníamos que pasar por una especie de recibidor que realmente asustaba. Recuerdo incluso una columna en el centro y unas escaleras asesinas que subían a la primera planta y a las habitaciones de los curas. Se nos había prohibido jugar allí, supongo que por peligroso. Un día, a la hora del recreo, me encontraba jugando con los compañeros (qué fácil es hacer amigos a los 4-5 años, ¿verdad?) en "la plataforma" y vi que salían unos cuantos compis corriendo de ese lugar prohibido. Una vez lejos, aparecío de la misma puerta la señorita Ceci. Parecía enfadada. Había pillado a algunos jugando donde no debían. Me vio. Yo no tenía nada que ver con lo que había pasado, ni tan sólo sabía qué había pasado. Me metío una bronca de un par de narices. No osé a decir que yo no había hecho nada, y me castigó. Me pasé buen rato delante de la puerta de clase, llorando. Hay pocas cosas que me hayan hecho llorar, pero la injusticia es una de ellas.

En ese momento empecé a "socializarme", empecé a entender que el mundo está lleno de injusticias pese a los cuentos de burbujas y máquinas de tren que sólo reciben amor y cariño. En esta situación no perdoné -ni perdono- dos cosas: la gran injusticia que la seño cometió conmigo -y por extensión no perdono las injusticias, aunque las acepto-, y la gran estupidez que hice por callarme (la educación cristiana que recibía se basaba, entre otras, en la obediencia).

Era muy bueno e inocente de pequeño. Demasiado. Tanto que el resto de compañeros acabaron por enterarse, pero esa es otra historia y otros tiempos. Habrá que esperar.

Recuerdos (2ª parte): Parvulitos 1

Recuerdos (2ª parte): Parvulitos 1 Fui niño, o eso creo, y tuve 4-5 años también. Entré en pre-escolar con ilusión, con ganas de comerme los libros, el balón de fútbol y los bollycaos. Mis papis me "colocaron" en los Maristas -sólo con el tiempo supe el esfuerzo que suponía eso de pagar a rajatabla todos los meses- y allí me enseñaron ciertos valores clasificables como justos ("lo que debe ser"), y también la incoherencia, por parte sobre todo de los curas, que suponía verlos actuar de forma injusta ("lo que es"). Los curas me dan las primeras lecciones de "bondad", pero al mismo tiempo las primeras lecciones de "crueldad".

Y en esos años recuerdo un día lloroso, de pataleta, en el cual no hice clase en todo el día debido a mis llantos, mis gritos y mis quejas. Todas las mañanas bajábamos mi hermano y yo hasta el portal de casa para despedir a mi padre. Se iba a trabajar y no le volveríamos a ver hasta la noche o hasta la mañana siguiente. Ese día en particular creo que mi madre me estaba peinando (raya a la izquierda) y mi padre estaba a punto de marchar. Pese a mis insistencias de que se esperase y los ruegos a mi madre para que dejara de peinarme o que me dejara bajar, mi padré se fue. Mi hermano bajó a despedirle, pero mi padre sólo recibió un beso en la mejilla; faltó el mío.

Al salir del baño, mi padre no estaba y mi hermano estaba entrando por la puerta de casa. Comencé a llorar y a patalear. Antes de ir al "cole" quería dar ese beso a mi padre. No lo conseguí así que decidí no ir a clase, fácil. El problema es que mi madre no lo vio tan claro. Me pasé todo el camino llorando y costaba tanto hacerme entrar en el aula que al final la señorita Ceci prefirió dejarme con el profesor de gimnasia, a ver si me calmaba un poco. Y lo que hacían "los mayores" en esta clase era... bailar!! Me tranquilicé. Después del recreo pude volver a clase.

Nunca más volví a darle un beso a mi padre.

Recuerdos (1ª parte): Mis primeros recuerdos

¿Qué es lo primero que recordáis de vuestras vidas? Una pregunta cuyas consecuencias son las de mirar atrás; intentar fechar los recuerdos infantiles, encasillarlos dentro de la convención temporal humana. Para el ser humano, la vida es tiempo, pero no para el niño. Así que resulta algo difícil saber exactamente en qué año -y mucho menos mes o día- sucedía lo que recordamos.

Otro problema es saber qué recuerdos son anteriores a otros. Mis primeros recuerdos se sitúan en el balcón de lo que aún sigue siendo casa de mi madre, jugando con un camión que no sé si era grande o pequeño. Sólo sé que cabía en el bolquete y con un pie me impulsaba, bajo la vigilancia de mi hermano mayor, uno de los "educadores" a los que tengo más cariño. Ignoro ahora mismo dónde estaría el que nació conmigo, pero supongo que allí, o empujando el camión o empujandome a mí para que se subiera él. O, por el otro lado, mis primeros recuerdos se encuentran en la guardería, tengo diversos recuerdos de allí, jugando con una gran pila de neumáticos... Bueno, más bien apilándolos y tirándolos, o metiéndome dentro y que el resto de compañeros los tiraran. Es curioso pensar que el juego del niño en ciertos aspectos se base en la construcción-destrucción.

Recuerdo también un bebé que llevaron algún día -o todos, quién sabe-, de quien pensaba que era muy pequeño, sin ser consciente que como mucho le sacaba sólo unos 3 años. Y recuerdo mis primeros actos de heroicidad cuando jugábamos al escondite y nos metíamos por sitios que ahora incluso me darían miedo. Recuerdos...

Supongo que por esas fechas del 79-80 tengo algunos recuerdos más... claro que debería hacer una sesión de psicoanálisis o de hipnosis...