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Hastio

De revisiones (I)

Falta aquello que daría esa ansiada perfección y que sin su presencia todo carece de sentido. (3/01/2004).

Seguramente producido por ese alcohol, me importa más el no estar disfrutando. (05/01/04).

¿Qué es lo que no daré? Probablemente interés. (18/01/04).

Tengo deseos de hacer y rehacer, de crear y destruir, de modificar y dejar igual; pero interés. (18/01/04).

Eso me preocupa, la realidad me preocupa, siempre me ha preocupado. Los deseos están bien como deseos, en el momento en que hace su aparición estelar la realidad, ya dejan de serlo. La realidad. Tan real como la imaginación, y tan cruel o más que ésta. (18/01/04).

Con el aprendizaje lo único que estoy haciendo es darle alas al sistema, aceptar como únicas verdades las que me enseñan. Si ejerzo alguna vez de lo que estudio, daré continuidad al mismo, porque no sabré hacerlo de otra manera. Y me llamo rebelde... cuando es precisamente esta rebeldía la que alimenta el "otro lado"; soy rebelde porque el sistema me necesita y porque quiere que lo sea... me jode saber que no ha sido una decisión personal. No soy el elegido, ni tan sólo una "anomalía del sistema", sino que soy parte de ese mismo sistema del que tanto dudo y cuestiono. (24/01/04).

Rabia, ira, solidaridad, condolencias, ánimos, ayudar, salvajes, trenes, Atocha, muertos, masacre, PP, Al-Qaeda, mierda, mierda y más mierda. Con todos esos coneptos en la cabeza y muchos más... ¿cómo podía uno dormirse tranquilo? (12/03/04).

Probablemente lo que me da más miedo de esta vida soy yo mismo. Mis prohibiciones tajantes a caer, mis deseos incumplidos, mis deseos cumplidos... todo va sumándose a una larga lista de características que pueden -o no- definirme/delimitarme. Parece que todo esté atado, pero es precisamente ese nudo el que puede fallar... A veces me pregunto si lo até bien. (...) Ays! Las palabras! Jodidas palabras... Las esencializamos, y olvidamos que detrás de ellas se esconden miedos, deseos, odios, vidas en definitiva... Y las vidas siempre están por encima de las palabras, aunque necesitemos de ellas para ser conscientes precisamente de que estamos vivos. (17/03/04).

Teorizamos nuestras vidas demasiado. Nos creamos unas normas individuales, de comportamiento, de deseo, de disfrute, de placer y de dolor... hasta que algún hecho, alguna otra idea, destorba la tranquilidad de creer que todo lo tenemos atado, bien atado. (...) Afortunadamente, las sorpresas siempre son buenas. A través de ellas somos conscientes de que no lo tenemos todo bien atado, que hay resquicios de deseo que salen de las normas autoimpuestas y, entonces, o cambiamos de teorías o no lo acabamos de entender... Claro que la otra posibilidad -y habrá muchas más, por supuesto- es la de olvidarse de normas, teorías y "ataduras" y vivir sólo del deseo. (26/03/04).

Desaparezco para no hacer daño a nadie; y esta desaparición es precisamente la que hace daño. (29/03/04). 

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