Muchas veces, demasiadas veces, me miro al espejo. El maldito es capaz de borrar vestimentas, disimulos, engaños, qué-dirán, etc. No tiene piedad, es demasiado listo y avispado. Es entonces cuando el famoso dicho se transforma en el espejo es la sonrisa o el llanto del alma. Me pregunta, el tontainas del espejo, una eterna pregunta, siempre la misma, como el sueño que se repite noche tras noche: ¿Qué haces? Pretendo dar respuestas, pero sólo me las doy a mí, no al tontainas ese del espejo. Si tuviera que darle explicaciones sería probablemente muy sencillo, pero doloroso. A mí me respondo: dinero, conocidos, dinero, trabajo, dinero, familia, dinero, libertad, dinero, independencia, dinero, dinero, dinero
Si miro a los ojos al del espejo el tontainas, sí- es diferente; a él le tengo que decir otras cosas, la verdad. Como diría Vázquez Montalbán, lo que pasa es que estoy cagao de miedo. ¡Qué poderoso llega a ser el miedo! Es capaz de autopermitirse el autoengaño, de convencerme de que no sigo en el sofá viendo cómo la vida sigue su curso con las gentes a las que observo desde la ventana, estando sentado en el sofá (pero con diferente postura, eso sí)
y es capaz de muchas otras proezas: capaz de hacer gallardo al soldado menos osado, de hacer sentir odio extraordinario al ser más afable, de permitir la apatía mi antiguo amigo Hastío- al corazón más deseoso de acción
¿Cómo es que no te he ido a buscar? ¿Cómo es que no lo hice? ¿Cómo es que no lo estoy haciendo? El miedo justifica y excusa todos mis actos, y también todos mis no-actos. Me he prohibido el abandonarlo todo por miedo, convertir en realidad mis sueños, sentir que sin mí este mundo no sería igual.
Es cierto que en cuestión de casi un año he evolucionado mucho; es cierto que la soledad no es sólo ya mi sufrimiento; es cierto que ahora me levanto de buen humor
¡salvo los lunes
en los que odio a todo el mundo! Y no es menos cierto que sigo queriéndote, como hace más de un año; que mi corazón tiene ansias de volar, como casi todos mis años; que las vidas humanas no son mera herramienta laboral o especulativa, sino que desean buscar la felicidad, como casi todos los años de casi todos los hombres y mujeres de casi toda la humanidad.
Cervantes acabó su novelón con Vale, sin posibilidad de cambiar la vida y la evolución de su personaje; como tedioso ya de sus gigantes y sus princesas. Podría aplicármelo como diciendo, ya más actualizado, pos fueno, pos fale, pos malego, pos me importa un bledo
pero también podría aplicarme otra frase de otro novelón de otro genio que fue -¡y es!- Pío Baroja: Tenía algo de precursor. Así, el camino está empezado y ahora sólo falta continuarlo, haciendo camino al andar.
Quizás me he conformado con mis recuerdos y con tu presencia en mi corazón; quizás con hacerte el amor una vez al mes, cuando vienes de noche por los cielos a saber de mí; quizás con un mensaje, con una carta, con una foto, con un olor a fresa
quizás.
Pero nunca es suficiente, siempre quiero más. Tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes imaginar, pero esto no se lo diré a nadie, sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo. A decir que quiero hacer el amor contigo. No una vez sino cientos de veces, pero a ti no te lo diré nunca. Sólo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo toda la vida.