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Hastio

Casi una experiencia religiosa

Hora estelar 7:32 AM. En breve llegará el calentadorero... gracias a lo que él haga y a lo que yo le pague, podré ducharme de nuevo en casa. Creo que justo cuando este señor salga por la puerta me desnudaré por completo en un sólo chasquear de dedos y, en tiempo récord, llegaré hasta la ducha... a sentir el placer que produce el agua caliente -casi medio hirviendo, por supuesto- cuando cae excitada de placer por toda mi piel. Ésta sólo será tocada por ella si está caliente, muy caliente. Se dejará a su merced. Sumisa, acatará todo lo que ella le diga, que no es más, por supuesto, que dejarse tocar.

Encenderé el agua y cuando el suelo esté pisable, entraré despacio en su territorio, donde más allá de él lo tiene difícil para sobrevivir. Empezaré a notar sus roces agradables en mis piernas. Me erguiré desafiante a ella y una fuerte satisfacción me invadirá los cabellos. E irá bajando, despacio, sensual, hacia los pies, húmedos ya por el primer contacto. Tan sólo ese contacto será suficiente para activar nuestros deseos de placer. Querremos más y, de forma más activa, tocará mi pecho, lo acariciará; jugará con mis pezones y éstos responderán erizados. Mi ombligo se sentirá feliz, en paz, tranquilo, y los nervios enviarán esa información a través de sus impulsos hacia el cerebro e irán dejando un rastro de placer y deseo.

Mira que "ponerse" con el agua caliente...

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