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Consecuencias

Consecuencias Escoger una u otra carretera indica, principalmente, que nos dirigimos hacia un lugar o uno otro. No espero llegar a Zaragoza si sigo la carretera de Valencia, claro. Y, hundiéndonos más en el tema, hay carreteras, como las autopistas, en las que es difícil volver atrás, salvo usando sus cambios de sentido. Y si el ejemplo es el tren, aún más claro parece la idea: A modo de ejemplo, del trenhotel que hace el recorrido Barcelona-Sevilla por la noche no puedes escaparte una vez pasado Tarragona. Entonces permaneces encerrado hasta Córdoba, momento en el cual uno piensa si regresar atrás o continuar hasta Sevilla. Pero no podemos decidir volver atrás a la altura, por ejemplo, de Albacete, porque el tren no se detiene.

Lo que es realmente obvio, aunque no sea muy amigo de las causalidades, es que la elección de un tren u otro, o una carretera u otra, lleva indudablemente a un destino; o al menos a un destino posible. Y en el camino resulta una tarea árdua el pretender volver atrás. Todos escogemos caminos -o nos lo escogen. Pero esos caminos en ocasiones son excluyentes, así que la elección de uno elimina la posibilidad de otro.

El problema no es el camino que se escoje, tampoco es escojerlo. El problema real es tener que eliminar el resto de caminos para escoger uno. La elección no es el problema (no estoy de acuerdo, Neo); lo es la supresión.

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