Blogia
Hastio

Dependencia

Dependencia No funciona demasiado bien esta cabeza mía durante esta semana. Las circunstancias -más un poco de ayuda por mi parte- parece que hacen que esto sea así y que el acceso a los pensamientos tenga que hacerse a través de un minúsculo agujerito, por el cual la información que saco del cerebro resulte mutilada, incompleta o tergiversada. No obstante, necesito escribir esas ideas inconclusas.

Siempre he pensado que tengo miedo al fracaso, pavor al lanzarme a la piscina por si veo -tarde- que no hay agua. Los éxitos conseguidos a lo largo de mi vida me justifican a mí mismo ese terror inexplicable. Esta semana parece que he conseguido poner en claro ciertos pensamientos y sacar teorías -personales, por supuesto. Resulta que no le tendría miedo al fracaso, sino a la dependencia. Resulta que no le tendria miedo a tirarme a la piscina, sino a la necesidad de hacerlo. Cuando uno tiene esa necesidad, el miedo a que haya o no haya agua es secundario. Por supuesto, los efectos de la ausencia de agua vendrán luego, como sus efectos en caso contrario. Podría pensar que si me lanzo y no hay agua no hay ningún problema: no me lanzo una segunda vez y todo solucionado; pero sería esa necesidad la que me obligaría a tirarme de nuevo. Romperse la cabeza una vez no es malo; es malo pretender rompérsela de nuevo.

Soluciones a eliminar la necesidad: no volver a pisar una piscina. Mis huídas, siempre según esta teoría, no se basarían en el dolor, sino en el rechazo a una dependencia, llamémosla "x", o posible dependencia futura. Y todo ello va unido a mi obsesión por la libertad -la mía y la de los demás. Siendo dependiente de algo, ejemplo claro del tabaco -por suavizar las cosas, no se es libre. La libertad se basa en el deseo y en la realización de ese deseo, no en la necesidad de su realización ni en la necesidad del deseo en sí.

¿Y por qué miedo a la dependencia? Volvemos entonces a empalmar con el principio: el encarcelarme y no poder tener esa piscina de la que tanto necesitara podría volverme medio loco -en el sentido peyorativo, por supuesto. La piscina se convertiría no en un deseo ni tampoco en una necesidad; se convertiría en una obsesión -siempre supuestamente, claro. Y la obsesión puede generar violencia, terror, miedo, odio, crueldad, etc.

Claro que dudo bastante generar violencia, terror... debido a mi carácter escurridizo cuando llega la ocasión, pero lo que es indudable es que dentro de mí se gestarían tormentas implacables que señalarían a un exilio, para no devastar campos y ciudades enteras. Y conclusión: todo lleva al mismo punto.

La dependencia me da miedo, el fracaso también. La huída me da miedo, la permanencia también. El deseo me da miedo, el pasotismo también. Yo me doy miedo, la gente también. Parece ser que estoy más loco de lo que pensaba antes de comenzar este post. Espero no generar locura cuando sea leido. Hasta aquí llega el comentario de hoy; probablemente, y gracias a la almohada, mañana cambiarán en mi mente estas ideas de esta semana. Así que me las tomaré como un comentario tonto de algo que ni tan sólo puedo explicar pero que he necesitado de ciertas palabras para querer decirlas, que aún no sé muy bien qué es, pero que menos quiero obsesionarme con ellas. Que tampoco lo hagan los lectores, no merece la pena; sólo es un producto de la imaginación de cada uno.

P.D: Huya o no huya, pase lo que pase, sigo deseando.

0 comentarios