Soy un delincuente
Siempre he intentado respetar la ley (cumplirla a veces me ha resultado más difícil) y, salvo algún ligerito traspiés o alguna denuncia por escándalo público, no he tenido muchos problemas con ella. Otra cosa es que esté o no de acuerdo con el sistema legal en sí mismo y otra cosa, diferente, es que esté menos de acuerdo o más menos de acuerdo con ciertas leyes en concreto.
Después de esta pequeñita introducción, voy a lo que me toca. Resúltase que estaba apuntado en las largas colas del INEM -finalmente resultó que sí tenía derecho a subsido por desempleo, que no a la prestación- y no sé si será el frío invierno, el batir de las alas de una mariposa en Tegucigalpa o la reposición de Oliver y Benji en TV2, pero se me olvidó que aún estaba en esa cola... ¡Y yo pensando que estaba en mi casa! Así que no fui a sellar y me mandaron una carta sorpresa (en donde vivo las calles están mal hechas y los carteros son unos auténticos irresponsables -por ser exageradamente fino- y NUNCA había recibido una sola carta, ni del banco, ni de Telefónica, ni tan sólo la comunicación de que me habían aceptado en esa cola de parados). Así que esa carta me hizo mucha ilusión: ¡la primera carta que recibo en un año que hace que vivo en Salou!
Claro que si los del Ministerio se han molestado por encontrarme, seguro que es por algo malo. ¿Para qué tendrían que molestarse en buscarme por cosas buenas? ¿Saben los del Ministerio qué son las cosas buenas? Y entre blablas y blablas ininteligibles y difíciles de reproducir en el documento (¿por qué se empeñarán tanto en escribir algo que no vamos a entender el 95% de la población? ¿Y por qué tantas referencias a leyes? Seguro que creen que todas las familias, en sus casas, deberíamos tener el Código Penal, la Sacrosanta Constitución, el Código de Comercio, el Estatuto de los Trabajadores y los de cada comunidad autónoma, todos los BOE desde por lo menos el 1981, la Biblia, el Quijote y la Ley de Murphy) me han abierto un expediente por no cumplir con mis obligaciones como parado y no ir a sellar, así que me he quedado sin subsidio.
Cómo no, también me indican cómo presentar las alegaciones pertinentes y dónde tengo que hacerlas, y estoy valorando seriamente esa posibilidad. Estoy pensando en alegar. Este país funcionaría mejor si todos alegáramos. Que el jefe nos mete la bronca por ir mal afeitados... alegamos irritación; que nuestros cónyuges nos castigan con poner la lavadora... alegamos discriminación; que los curas nos sermonean con eso de que somos malos y que el día del juicio se acerca... alegamos demencia (de los curas, claro). Aunque no sirva de mucho, yo pienso alegar simple y llanamente "que se me olvidó". Creo que llevando una declaración jurada y el documento de penales colará. También tendré que hacer fotocopias del DNI, del certificado de nacimiento, del libro de familia, de la tarjeta de compra de El Corte Inglés y una muestra de orina, que nunca se sabe qué te pueden pedir cuando tratas con la administración.
Lo importante es que el Ministerio no te encuentra nunca cuando tienen un trabajo idóneo, ideal y divino de la muerte para ti. Sin embargo, bien que te encuentran cuando se trata de castigar ¡qué curioso!. Estoy pensando seriamente si realmente se dedican a hacer de intermediarios entre empresas y parados o a redactar cartas de sanciones.
Contrariamente a lo esperado, ni he sentido rabia ni ira ni ninguno de los siete pecados capitales. Sé que la justicia es injusta desde hace tiempo (si no no lo fuera no tendría tanta ley, tanto libro ni tanta letra), la justicia es ciega, no tonta, así que me lo he como con sal y pimientos y a otra cosa mariposa.
La buena noticia es que reinicio el trabajo el día 1 de abril. La llamo buena para animar los corazones de la gente que ha perdido su tiempo en leer enterito este post, que no es poco.
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