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De deberes e "indeseos"

De deberes e "indeseos"

Resulta muy duro saber que debemos hacer algo pero que, sin embargo, no queremos hacerlo. Y finalmente nos acogemos a lo que debemos... y nos viene el sentimiento de culpa, los "ysis" o las justificaciones absurdas de nuestras decisiones finales. Más duro resulta decidir por los demás; decidir qué es lo que debe hace el otro. Y sin opciones alternativas.

Al vivir en sociedad debemos seguir unas normas implícitas y explícitas, y su incumplimiento supone la insociabilidad y, dependiendo del caso, en su máxima radicalidad, el alejamiento de lo considerado "normal" o aceptable. De ahí las cárceles, los manicomios y las universidades -y asilos. Nada ni nadie puede desestabilizar lo que beneficia a unos poderes. Lo considerado como "normal" (nótese siempre entre comillas) siempre beneficia a unos discursos establecidos, a alguien o a muchos alguien. La tarea sería descubrir en estos discursos a quién o a qué beneficia.

Hace tiempo llegué a la conclusión que tal y como están las cosas es imposible estar en contra de la sociedad. Incluso la rebeldía al stato quo es una muestra más del mismo stato quo. Simplemente porque esa rebeldía contraria forma parte del mismo. Los centros que preservan la normalidad están plenamente aceptados por todos nosotros, no los vemos raros, todo lo contrario, y la gente que va a parar a ellos también sabemos quiénes son: delincuentes, locos, jovenes -y viejos. Todos son adjetivos -comúnmente sustancializados- peyorativos, negativos, marginales... Todo lo que no se adapta a la norma... ¡FUERA!

Y es lo que hemos hecho hoy: echar a alguien de un lugar, por no adaptarse a esas normas implícitas establecidas, supongo por todos. Esa es mi justificación.

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