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De lenguas y lenguajes

De lenguas y lenguajes

En Tres sombreros de copa, del genial Miguel Mihura, Dionisio asegura que en Londres la gente habla en inglés para llevar la contraria y porque da un aire más chic, pero que en los pueblos de Inglaterra la gente habla "como todo el mundo", es decir, en castellano. Nos sorprendemos también con los niños pequeños londinenses, quienes, pese a su corta edad, hablan perfectamente en inglés. ¡Qué inteligentes!

Pues algo así sucede en la percepción del 80% de españoles sobre el catalán (siguiendo una encuesta de CIU). La mayor parte de la población supone que los catalanes hablan en catalán para llevar la contraria, o para diferenciarse del resto de españoles. Suponen que un catalán, al nacer, tiene un idioma innato -el castellano- y que, como no queremos ser españoles, destruimos el innatismo y nos decantamos por lo adquirido -por lo artificialmente adquirido, claro. Estos resultados conspiratorios superan con creces mis teorías sobre la conspiración.

En Cataluña se habla catalán de la misma manera que en Inglaterra se habla inglés o que en Castilla se habla castellano o, si me permito, que en Francia se habla francés. Los idiomas son vivos y tienen su historia, y si en un territorio se habla tal o cual lengua es simplemente por motivos históricos. Cualquier debate posterior es político, no lingüístico.

Supongo que si todos conociéramos el idioma inglés no nos sentiríamos estúpidos por no entender a quienes hablan en este idioma. De la misma manera, los desconocedores del catalán no se sentirían tan estúpidos por no entender a los que usan este idioma si lo conocieran. Y aquí, creo, es donde está el problema.

Se desea que el castellano sea otro esperanto mundial, el único esperanto mundial. Pensemos que, históricamente, en el imperio español no se ponía nunca el Sol. En la actualidad, sin embargo, no pasa nada si en Europa no se habla castellano. Pero sí pasa algo si en un territorio español se usa y se conoce otro idioma que no es el castellano. Porque en Cataluña no rechazamos el castellano, nunca lo hemos rechazado. Simplemente somos bilingües y queremos tener el derecho a utilizar indistintamente el catalán y el castellano. Queremos hablar libremente. Y es lo que algunos quieren eliminar. No somos superiores a nadie por conocer tres idiomas (castellano, catalán e inglés -ésta última lengua con restricciones, claro), y deseamos usarlos dependiendo del contexto en el que estemos. Con un inglés, probablemente hablaremos inglés -si conocemos este idioma. Con un castellano hablaremos en castellano. Y con un catalán hablaremos en catalán o en castellano.

Entonces no encuentro dónde está el problema. Pasemos ahora a los casos prácticos:

Los castellanohablantes no tienen ningún cartel en la frente que diga que sólo conocen el castellano y que desconocen el catalán, así que no es raro que en Cataluña un catalanohablante les hable en catalán. El idioma del catalán cambiará cuando el castellano le haga notar que desconoce el catalán -siempre y cuando sea de manera educada, claro.

De maleducados está el mundo lleno. Si hablo en catalán a alguien y me dice que me vaya a tomar por el culo y que le hable en la lengua del imperio (caso verídico, por cierto), que no le responda o me dé media vuelta y me marche no sería porque haya atentado contra mi libertad lingüística, sino porque es un maleducado.

Se dice que se persigue el castellano en Cataluña. Estoy totalmente de acuerdo. Por eso mismo sólo puedo escribir estas páginas en catalán y, si lo hago en castellano -que no es el caso como se puede observar- me arriesgo a sanciones de cárcel, a dieta de pan y agua.

Una vez, en uno de mis viajes a Salamanca, hablaba con dos amigos de allí. Uno de ellos me decía que estando una vez de gira en Cataluña preguntaron a un señor por una calle. Este señor les mandó por la dirección contraria a la que buscaban. Este amigo suponía que les habían engañado porque hablaban en castellano. Entonces les expliqué lo que me había sucedido la noche anterior, en la misma Salamanca, cuando intentaba regresar a la pensión en la que me alojaba. Le pregunté a un chaval dónde estaba una calle. Sabía que la tenía cerca, muy cerca, pero no acababa de atinar su localización exacta -pensemos que no había salido por la noche en Salamanca a predicar las bondades de dios. Éste chaval me dijo que tenía que coger un taxi porque la calle me quedaba en la otra parte de la ciudad. Le respondí que no podía ser, que había bajado a la zona de fiesta andando y que me parecía que no había andado mucho. Él me aseguró de nuevo la necesidad de coger un taxi. No le hice caso, andé unos 25 metros y encontré la calle que buscaba. No sé si es necesario escribir la moraleja, sólo sé que mi amigo salmantino hablaba de su "gracioso" como un Satanás. De mi "gracioso" yo nunca habría hablado. Se supone, pero lo escribo por si las moscas, que le hablé a mi cachondo salmantino en castellano -y tengo una dicción muy buena, por cierto.

Se dicen tantas cosas de los catalanes... Seamos un poco racionales y entendamos que el marroquí no habla marroquí para que no le entendamos sino porque es su idioma. Y los textos de Mihura se engloban dentro del teatro del absurdo. Ojalá sigan englobándose en esa clasificación.

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