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On me dit que nos vies ne valent pas grand-chose

On me dit que nos vies ne valent pas grand-chose Interpretaciones. Tiempos, palabras, situaciones y sentimientos se mezclan en partes iguales, añadiendo un vasito de vino y un ajo entero y sin pelar para dar sabor. Café para todos. El gusto final es exquisito para todos, aun no sabiendo exactamente a qué sabe el suculento manjar. Gustos. Gustos y diferentes interpretaciones del banquete. Copa y puro, y entonces, elucidaciones. La misma comida en el estómago, cada concurrente con sensaciones diferentes, con regustos aún en la boca disparejos.

Pero comensales concretos imponen, con sus voces, su gustillo al resto de invitados. Estos regresan a sus hogares, cuando acaba todo, cavilando y ahogados completamente en sus propios sabores. Dudas y miedos. ¿Realmente es EL sabor lo que notan en su paladar? Aun sin conocer ese gusto, unos lo aceptarán de forma sumisa; otros optarán por definir el suyo propio y no pensarán en la opinión de los comensales concretos. Los menos reirán. No es necesario definir saborear; no es necesario creer en la definición; no es necesario crear la definición.

Al día siguiente, los comensales concretos se erigirán salvadores de los gustos tradicionales, reales y verdaderos. Los menos seguirán, simplemente, sonriendo.

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